La confusión y el desánimo son nuestros peores enemigos. Debemos aprender a ignorar los cantos de las innumerables sirenas que nos inundan de mensajes equívocos y vacíos de contenido. Y lo haremos. Los sargazos entorpecerán nuestra navegación invadiendo las calmadas aguas e impidiendo nuestro avance. Sin brújula ni sextante tendremos que hallar herramientas que nos guíen en el rumbo adecuado. Y lo conseguiremos.
Las velas están desplegadas. La tripulación en sus puestos. La proa rumbo al horizonte. Fuertes manos aferran el timón.
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